El pasado domingo buena parte del Kraal estuvimos en la cueva del Níspero, en Orbaneja del Castillo, con nuestros amigos del Grupo Scout Arlanzón.
Es una cueva realmente bonita, no especialmente difícil pero que requiere de mucha concentración y bastante esfuerzo. Dentro hay de todo: pasos elevados, zonas en las que prácticamente hay que escalar, sitios por los que solo se cabe reptando, descuelgues y lagos que sólo se pueden pasar a nado o en barca.
Y si a todo eso le unimos un buen bocata y un helado en Orbaneja al salir, muy bien acompañados por los arlanzones (que majetes sois, amigos) pues nos queda una jornada redonda con deporte, naturaleza, risas y diversión.
Y para muestra, aquí tenéis las fotos.
Ya 15 días antes, álgunos de nosotros habíamos estado antes, pero nos tuvimos que volver sin terminarla por falta de material y de tiempo, así que esta vez volvimos mejor equipados y con todo el día por delante.
Bien de mañanita (y previa parada de rigor en Sotopalacios a desayunar) salimos para Orbaneja con los maleteros de los coches llenos de buzos, frontales, carbureros, carburo, cuerdas, arneses, cascos, mosquetones y una barca hinchable.
Tras aparcar, una buena subidita nos dejó en la entrada de la cueva.
La cueva es preciosa. No tiene salas grandísimas pero sí muchas columnas, cascadas, estalagtitas y estalagmitas, y los pasos son realmente hermosos.
Es imposible aburrirse dentro de ella. Tan pronto estás reptando durante 40 metros, como tienes que casi escalar y hacer equilibrios o mojarte en sus lagos. Incluso había pasillos por los que podíamos andar a 4 niveles, unos por encima de otros, gracias a la altura del paso y a las formas de la caliza que permiten numerosos agarres y caminos posibles.
Finalmente, tras una buena sudada, llegamos al gran lago. Tras hinchar la barca a pulmón (mejor no recordar aquien se dejó el hinchador en el coche, ejem) empezamos a adentrarnos en el lago para explorar lo que nos encontraríamos más adelante. Sin embargo, no pudimos pasar todos.
Ya sólo nos quedaba dar media vuelta. Fuera nos esperaba un baño en el Ebro, el bocata y un heladito para rematar la faena. Vamos, que el día fue perfecto.
Nos lo pasamos genial, disfrutamos mucho de la cueva y de la compañía de los arlanzones. Y nos volvimos para Burgos prometiendo hacer una salida de estas cada mes. Ya veremos luego si el calendario de reuniones, campamentos y acampadas nos lo permite, ojalá que sí.
Buena Caza
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