De letrinas y paellas

Ayer domingo amaneció lloviendo.

Tras un sábado veraniego, la mañana dominical nos sorprendió con aguas.

Habíamos quedado para salir los padres, los chavales y el kraal a las diez y media de la mañana pero, vista la climatología, mandamos a un coche por delante para ver si hacia el norte despejaba.

Pasadas las diez y media nos comentaron que por el camino estaba nublado, pero menos negro y no llovía y que merecía la pena intentarlo.

Pese al agua y a las celebraciones habituales en estas fechas (había varias familias con bodas, de viaje, o en el pueblo) nos habíamos juntado más de cien personas en la base y daba pena suspenderlo.

Era mejor intentarlo y, a las malas si llovía, ver un poco la zona, tomar un vermouth en el pueblo y volver a comer a Burgos.

Mientras el coche que había ido por delante desbrozaba la maleza de los laterales del camino para que no rayásemos los coches, salimos todos para allá y, efectivamente, aunque seguía nublado, no llovía.

Llegamos todos a la campa y lo primero que hicimos fue montar una carpa grande para resguardarnos por si jarreaba.

Pero no, mientras preparábamos todo, comenzó a clarear y al cabo de un rato el cielo cambió a un azul intenso y comenzó a brillar un sol de justicia.

Y aprovechando la mañana, mientras unos comenzaban (y casi acababan, así da gusto) a cavar el hoyo de las letrinas; otros se ponían a preparar la paella para cien.

Todo ésto enmedio de un almuerzo comunitario, en el que corrían las botas de vino, avanzaban las tertulias, …

Y tras sufrir oliendo los efluvios de la paella que estaba preparando el comité de padres, llegó el momento de hincarle el diente.

Y se organizó la comida comunitaria. La paella (para más de cien) estaba tan sabrosa como parecía.

Y tras la comida, los postres, los cafés, las cerezas del Jerte y las tertulias con la gente cambiando de mesa en mesa.

Comenzaba a nublarse un poco y decidimos no seguir tentando a la suerte y comenzar la asamblea de padres de revisión del curso y de dudas sobre el campamento de verano.

Y, en buena hora, por que de repente se puso a lloviznar. Menos mal que cabíamos todos bajo la carpa y así, bajo la lluvia, tuvo lugar la asamblea,

Al cabo de un ratillo cesó de llover, finalizamos la asamblea y aprovechamos para recogerlo todo y emprender el camino de vuelta.

Una jornada divertida.

Ah, ya podéis ver las fotos de la actividad.

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